Delivery-Driven Digital Transformation
Este fue el titular de mi presentación en la conferencia ‘Data Sense’ el pasado martes, 18 de junio. La presentación cuenta la historia de cómo llegué a esta frase a lo largo de diferentes experiencias e interacciones con líderes del sector público en el tema digital alrededor de todo el mundo. Voy a dividir parte de la presentación en dos ensayos y compartir otros detalles adicionales.
Comienzo con la siguiente premisa:
En el 1987, Robert Solow, profesor de MIT, ganó el premio nobel en economía por demostrar que las mejoras en el uso de la tecnología explican sobre el 80% del crecimiento económico de un país.
Inicié la charla con la siguiente pregunta:
“¿Quien aquí piensa que el gobierno debe salirse del medio, no entorpecer, y dejar que el sector privado sea quien invierta en la innovación, investigación y desarrollo que transformará las diferentes industrias?”
La mayoría de la audiencia levantó la mano, y si te sientes parte de este grupo, es posible que no conozcas de dónde viene la innovación que propulsa lo que está omnipresente en el diario vivir de cada uno de nosotros. Sin embargo, es importante diferenciar entre el Gobierno Local y el Federal; el primero está lacerado de credibilidad, pero pues la realidad es que hasta el día de hoy, ha sido el Gobierno Federal el propulsor de toda la innovación que permite el uso ubicuo de las tecnologías con las que interactuamos hoy día.
¿De dónde viene la innovación?
Antes de pensar en despojar al gobierno de su rol como innovador, preguntémonos: ¿De dónde viene la innovación? En su libro, Entrepreneurial State, Mariana Mazzucato da la respuesta a esta pregunta.
Resulta que el Gobierno Federal es el responsable de las plataformas tecnológicas que hoy día sirven como la zapata de la transformación digital con la que interactuamos a diario. Solo miren la cantidad de proyectos de investigación y desarrollo ejecutados en diversas agencias del Gobierno Federal que hacen el iPhone posible:
Sobre 13 proyectos en 8 diferentes agencias federales, incluyendo Dept de Defensa y Dept de Energía, influyen directamente en hacer el iPhone posible. Como ejemplo, miremos el GPS – en el 1994 se abrió la plataforma para uso comercial, creando una industria estimada en $6 billones hasta 2008, gracias a empresas como Garmin, Furuno y TomTom. En el 2009, el iPhone incluyó esa tecnología en el teléfono y el resto es historia. Este movimiento impulsó una industria de sobre $100 billones y abrió paso a aplicaciones como Uber. Si no existiera la plataforma de GPS, nada de esto sería viable.
Aquí vemos claramente el impacto al que Robert Solow se refiere al justificar que los avances tecnológicos resultan en el 80% del crecimiento económico de un país. ¿Se pueden imaginar qué ocurría si el sistema GPS se cayera con la misma frecuencia que se caen los sistemas del Gobierno Local? El impacto de la tecnología GPS sería nulo.
Entonces, para lograr crecimiento económico mediante innovación sostenida debemos entender lo siguiente:
- La innovación rara vez ocurre de forma aislada. Más bien, es por naturaleza profundamente acumulativa: la innovación actual es a menudo el resultado de una inversión preexistente.
- La innovación es, además, colectiva, con largos plazos de desarrollo y adopción. Lo que hoy podría parecer un descubrimiento radical es en realidad el fruto de décadas de arduo trabajo por parte de diferentes investigadores.
- La innovación también es profundamente incierta, ya que la mayoría de los intentos de innovación fallan y muchos resultados son inesperados.
- Las invenciones son abrumadoramente los frutos de las inversiones a largo plazo de proyectos que se desarrollan entre sí a lo largo de los años.
¿De verdad es apropiado pensar que el Gobierno debe salirse del medio? Si no hay de otra, entonces hay que reconocer que reemplazar el gobierno como propulsor de la innovación requiere amplia colaboración entre empresas del sector privado, en el desarrollo de tecnologías y plataformas que nos permitan avanzar a través de todas las industrias en la transformación digital. La pregunta que ningún economista a nivel local ha hecho es:
¿Qué innovación ha desarrollado el Gobierno de Puerto Rico que sirva de plataforma tecnológica para desarrollar nuevas tecnologías, nuevos productos y ofrecer mejores servicios?
La respuesta corta es que han sido muy pocas las ‘plataformas’ que han sido provistas por el Gobierno local. PrepaNet pudo haber sido una autopista para desarrollar plataformas digitales. Nuestro “ARPANET” que no supimos transicionar hacia el sector privado. Entre las plataformas más recientes está el portal de datos data.pr.gov que lanzamos en el 2014, capaz de facilitar el almacenamiento, control y uso abierto de los datos. La actual administración no ha sabido aprovecharlo.
¿Por qué ha sido incapaz el Gobierno de ofrecer plataformas que agilicen aún más oportunidades en innovación?
El gobierno históricamente se ha enfocado más, en muchos casos por falta de conocimiento y en otros por presiones políticas, en la compra de licencias a terceros y utilizar estas tecnologías para intentar mejorar los servicios que ofrecen. La verdad es que quienes toman las decisiones a los más altos niveles, por lo general, no saben lo suficiente sobre cómo construir y administrar software para considerar alternativas.
El problema mayor aquí es que se escoge la tecnología antes de definir bien el problema. Lo segundo es que la innovación que se desarrolla está directamente vinculada al licenciamiento de estas tecnologías, limitando significativamente las oportunidades. Hay demasiados proyectos por contrato, sin una autoridad central con la capacidad y los recursos de unificar trabajos mediante el uso abierto de plataformas. Además, no tenemos procesos rigurosos de evaluar las capacidades y destrezas de a quién se contrata para entregar un servicio.
Veamos un ejemplo donde hace mucha falta una plataforma común.
El problema de las direcciones
Luego del huracán maría, hubo miles de ciudadanos que no pudieron procesar sus solicitudes con FEMA porque las propiedades no se podían localizar. La incógnita fue resaltada en la revista WIRED.
Más allá de los esfuerzos de recuperación actuales, se necesitan direcciones confiables para apoyar todo tipo de iniciativas de planificación gubernamental y la provisión de servicios sociales.
Esto dejó en evidencia la gran necesidad de crear direcciones confiables que faciliten el desarrollo de iniciativas de planificación y provisión de servicios a la ciudadanía. Lograrlo requiere simplificar el proceso de inscripción. Es imprescindible además alcanzar una colaboración abierta entre todas las entidades que tienen datos de georeferencia, como AEE, AAA, CRIM y del sector privado, Popular, Claro, Liberty, entre otras, para identificar, revisar, validar o asignar datos de dirección. Todas las empresas mencionadas han invertido cientos de miles y hasta decenas de millones en este problema. Ninguna ha colaborado ni abierto sus datos para el uso colectivo de todos. En este caso, “a rising tide, lifts all boats.”
La dirección es una plataforma. Es una infraestructura sobre la que se pueden desarrollar y optimizar servicios de manera digital. Debe ser tan accesible para toda empresa y ciudadano en Puerto Rico como lo es el GPS en sus teléfonos. Ante la falta de capacidad de nuestro Gobierno en proveer plataformas abiertas para uso colectivo, le toca al sector privado colaborar en proyectos que ayudan colectivamente a todos.
Igualmente, debemos exigir que el gobierno sirva su rol como proveedor de plataformas. No es aceptable aplaudirle porque de vez en cuando puede sacar un ‘app’ que le facilite la vida al ciudadano, mientras por otro lado hay páginas inaccesibles o sin actualizar. Es importante no solo fiscalizar cuando fallen en ello, sino prevenir cuando intenten eliminar plataformas con sobre 250 mil usuarios registrados para iniciar un proyecto con otra empresa que quiere montar algo similar mientras perjudican una base de usuarios que ya adoptó el uso de otro sistema. Es el equivalente de cerrar la vía del Expreso las Américas porque alguien quiere construir otra carretera con un peaje privado. Las plataformas digitales son infraestructura nacional, y es hora de que se reconozcan y se desarrollen con esta mentalidad. Es así que vamos a lograr servicios consistentemente eficientes y confiables a nuestros ciudadanos y además, proveer oportunidades exponenciales de desarrollo económico.